jueves, 12 de enero de 2017

El Arranque brilló en Oliverio

Ignacio Varchausky, uno de los fundadores de la orquesta, vivió en Villa Crespo


-Contanos, ¿cuál es tu balance luego de 20 años en El Arranque?

-La experiencia luego de 20 años ha sido monumental. Hemos vivido un montón de cosas muy lindas, muy fuertes, otras no tan lindas, la vida misma, no. La adultez, digamos. Yo fui uno de los más jóvenes cuando se creó  El Arranque  aunque los otros me llevaban solo 4 o 5 años, y nos  tocó  vivir juntos  todas esas cosas: el recorrido de casarse, divorciarse, tener hijos, y en medio de eso la carrera artística y profesional, de todo ese apasionamiento por el género, ese viaje  a las profundidades del tango para conocer de que estaba hecho, para apropiarse de alguna  manera de todo eso y ver qué cosas del genero nos quedaban  bien. Entonces  es infinito lo que  uno podría  contar de las cosas  que nos han pasado. Es un grupo donde lo profesional y artístico va de la mano de lo humano y de lo personal, es  bastante de la vida de uno, no un pedacito  nada más.

- Si alguien me preguntara cómo es El Arranque, aunque no soy un experto diría que es una orquesta con estilo brillante, rítmico, bailable, por momentos se parece al sexteto mayor pero con un repertorio más clásico…

- Puede ser. Para el que conoce más hay más detalles para describirlo, ve otras sutilezas, pero en buena medida es así, porque nos hemos nutrido de la historia del tango. Nos tocó meternos en ella cuando  habían pasado 100 años del género y en ese descubrimiento, hicimos un estudio serio de todas sus variantes, y entonces cual es el desafío. Es muy difícil inventar algo nuevo, tampoco nos lo propusimos pero si nos propusimos ser honestos  con cuál era el tango que queríamos tocar, y ser inteligentes con saber qué tango nos queda bien a nosotros. A medida que te vas empapando del lenguaje, de las variantes estilísticas vas descubriendo lo que te gusta, pero además lo que te queda bien. A mí me gusta creer que el estilo de El Arranque  es un poquito de esto, algo del otro , algo de aquello otro, seguramente con énfasis en algunas orquestas favoritas como puede ser la de Alfredo Gobbi, porque es como un resumen de las orquestas típicas ,un compendio de elementos musicales y estilísticos, una gran enciclopedia. La máxima pretensión que hemos tenido es que sea buen tango, buena música, sobre todo honesta, ni ser los más revolucionarios ni los guardianes del Santo Grial tampoco.

- Me parece que en los últimos años se han creado muchos grupos, sobre todo instrumentales, pero que no han crecido en la misma proporción los autores, ¿es así?

- Es un poco así. Últimamente hay más  autores, pero creo que hay un desbalance. Hay muchos músicos componiendo y produciendo, es decir dejando discos, constancia de toda esa obra, y en el caso de los letristas, poetas o autores, hay también un movimiento, tal vez un poco más lento. También es cierto que hay cosas que uno no conoce. Yo con mi programa de radio, recibo mucho material estoy bastante enterado, pero siempre hay cosas que uno desconoce.

- Contanos de tu programa de radio y tu tarea de difusión.

-En relación a la radio, yo tengo un programa en la 2x4, la FM 92.7, un programa  que se llama “Ayer hoy era mañana” y que ya cumplió cuatro años en el aire. Hago cuatro noches por semana, de lunes a jueves de 23  a 1 de la mañana, y honestamente ha sido un aprendizaje y una experiencia muy importante, de pronto aprendí un nuevo oficio, soy un hombre de radio. A través del programa me di cuenta que había una cantidad de intérpretes y creadores mucho más amplia de lo que yo había registrado, y me dio un sacudón muy lindo cuando de repente me di cuenta que mucho de lo que habíamos trabajado, varios grupos, en ese renacer del tango de los ´90, había dado sus frutos, porque había ya una o dos nuevas generaciones que venían haciendo cosas originales, con mucho ímpetu, seriedad y alegría. Hoy el nuevo tanguero, a diferencia de nosotros, jóvenes ,ya no pide permiso, como pedíamos nosotros, que éramos como niños buenos y obedientes que pedían permiso para todo, a ver si cada paso que dábamos era convalidado por los maestros, que no es algo malo pero si algo que te limita, en tu mirada, tu producción. Yo siento y compruebo que últimamente los jóvenes que se dedican al tango hacen la suya, la que se les canta, está el más tradicional, el más rebelde y en el medio todo, y a mí me parece fantástico. También este programa me ha cambiado la mirada y me ha vuelto mucho más abierto a todas las variantes que tiene el tango. Y es muy lindo compartir todas las noches la actualidad y la historia del tango. Todo lo que yo se lo opino y lo comparto y le doy el espacio a los que hacen tango hoy en día, lo que no es una tontería porque no hay muchos lugares para difundir lo que se hace, y además hay música en vivo todas las semanas, tenemos un auditorio, nos llegan discos, los músicos, y entonces es como un punto de encuentro.

- También tuviste participación en la Escuela de Tango Emilio Balcarce...

-Si. Es un proyecto que yo diseñé y fundé hace 17 años, del cual soy director artístico, y eso ha sido fundamental en mi vida, por todo lo que aprendí, por todo el contacto que pude tener con los maestros, y es un proyecto que ha tenido un impacto transformador en la actualidad del genero sin ninguna duda. Ya pasaron más de 300 músicos, una generación completa aprendió a tocar con todos los maestros y eso contribuyó mucho a que se recuperar el lenguaje en buena medida, después de ese bache generacional de 30 años y entonces yo lo vivo con mucho orgullo. Es muy lindo, el programa dura dos años y cada vez los ves entrar bastante pichones que vienen de distintos géneros: tango, rock, folklore, clásica y al año, año y medio, ya ves: colegas. A mí me gusta siempre pensarlo como una fábrica de colegas, no la escuelita de eternos alumnos. A veces no llegan a egresar y ya están tocando con nosotros en los grupos o los maestros los llevan para alguna presentación, a trabajar con ellos y es un trabajo que se hace muy a conciencia, donde  el staff que yo coordino junto a Victor Lavallén. A nadie le da lo mismo si los chicos aprenden o no, entonces es un trabajo muy amoroso, muy a conciencia. Entran 20 pibes por año de distintos niveles. La idea es que todos puedan crecer, el que esta ahí justito y el que sabe un montón también.

- ¿Empezaste con el contrabajo o tocaste antes otro instrumento?

- De chico estudié un poco el piano, después pase al bajo eléctrico, que toqué bastante y luego escuchando mucho tango me di cuenta que la sonoridad, el timbre que yo quería, estaba en el contrabajo, así que me puse  a estudiar. Les pedí a los de “El Arranque” que me aguanten un tiempo así que estuve un par de años estudiando sin tocar.

- Actualmente hay contrabajistas que son directores como Juan Pablo Navarro, Pablo Motta y otros, cosa que antes no se daba, en general eran pianistas o bandoneonistas…

- Sí, hay casos como Javier Pedernera o uno de los hermanos Canaro, pero es cierto que son los menos. Igual yo no me defino como director de “El Arranque”, es un mote que me ponen. Yo hago mi trabajo liderando, soy productor artístico del grupo, produzco los discos, el que gestiona las cosas, el que tiene el discurso y en algunas cosas puedo tener la última palabra pero no soy el director, el trabajo que hacemos es compartido, y todos aportamos mucho.

- ¿Te gustó tocar en Oliverio Girondo?

-Sí, mucho. Me parece que “Oliverio” es algo muy valioso por muchos motivos: es un lugar que está decidido a abrir las puertas a la música en vivo, de una manera cariñosa  y honesta. Ya tenía un piano y decidieron llevar uno mejor, de cola, mejoraron el sonido y apostar a la música instrumental, al tango, es un esfuerzo que se hace con mucha convicción y amor por lo que se hace. Por otro lado el hecho que esté en un barrio como Villa Crespo, es aún mejor porque vivimos en  una cultura tan centralizada. Buenos Aires centralizando el país todo y en la Ciudad de Buenos Aires, el centro y no mucho más, es donde pasan las cosas más trascendentes, entonces, abrir un poco el juego a los barrios es importante. Además es un lugar que está a metros de donde vivió Osvaldo Pugliese, que estudió a la vuelta. Yo viví durante mi adolescencia en Villa Crespo, y ese aroma de tango que se vivía en sus calles sumado a mis lecturas del Adán BuenosAyres, de Marechal, en el barrio de Marechal, fue algo mágico que seguramente influyó en mi decisión de transformarme en un músico del género. Hay que apoyar esas iniciativas como Oliverio. Esos lugares autogestionados se ocupan de mantener la memoria cultural, no sólo del barrio, de la ciudad y del país, en un rol que ha sido abandonado por el Estado hace muchísimo tiempo. Yo he viajado mucho por todo el mundo y en todos  lados, que toque una orquesta de tango es algo muy respetado, muy prestigioso, y aquí falta una valoración todavía.

- ¿Cómo es el público argentino comparado con el de otros países?

-Cada público tiene su particularidad. El argentino conoce de tango, lo cual lo hace más fervoroso cuando algo le gusta pero también un poco más cerrado con algo que no conoce, al contrario de otros públicos, que por ahí tienen una vaga idea de lo que es el tango, y lo escuchan más como música, no como un género cerrado. Entonces, como la música del tango es muy buena, y si el grupo es más o menos serio, desde la composición misma es una música elaborada, rítmicamente original, si tenés un bandoneón, un piano y un instrumento de cuerda, esa sonoridad, esa textura no existe en ninguna otra música del mundo, entonces es un gran regalo el tango para la música universal. Finalmente esta música de cámara popular, que no necesita director, a veces compleja musicalmente, es algo que le gusta a todo el mundo. Después, cada público es particular, en Japón por ejemplo te aplauden tímidamente entre tema y tema y al final es una ovación terrible, como pocas en tu vida. Brasil es muy fervoroso, Escandinavia también, en Estados Unidos es todo más parco. A todos  les llama la atención algo distinto. Volviendo al público argentino, es muy lindo tocar para alguien que conoce, y hay un código profundo, compartido pero que a veces tiene la contra del prejuicio como si esto es o no tango o qué tipo de tango es, si es viejo o nuevo, y a veces eso es un poco plomo, sentís como que estás dando examen…

- Si fueras una autoridad de la cultura con poder de decisión: ¿qué medidas tomarías para difundir el tango, las orquestas, los jóvenes músicos?

-Lo primero que haría sería no entorpecer lo que ya existe. Es algo que suena exótico pero es real: a veces el Estado no sólo no acompaña sino que entorpece y pone trabas e impide lo que ya existe de una manera espontánea. Ejemplo, las clausuras a un montón de lugares que tienen música en vivo clases de tango, actividades culturales, que en realidad no presentan ningún peligro. Otras políticas de Estado se podrían tomar como estimular o subsidiar algunas actividades muy específicas. No creo que el Estado tenga que darles laburo a todos los músicos de tango, pero sí colaborar con infraestructura: somos muy pobres en pianos. De un tiempo a esta parte estamos mejor pero creo que comprar cien pianos de primera línea, es algo que no tiene impacto en el presupuesto de la ciudad más rica del país. A veces se dan conciertos oficiales con un piano eléctrico que son malísimos. Para zafar en el peor de los casos, pero eso es un bochorno. También se podría colaborar con los artistas en las giras, con ayudas en los pasajes, tarifas preferenciales para invitaciones concretas, que a veces se hacen en forma acotada desde Cancillería. Se podrían implementar facilidades en la importación de cuerdas, instrumentos, hacerla un poquito más fácil. Es una cuestión de voluntad política, no de presupuestos.

-Y espacios como el Centro Cultural Kirchner y la Usina del Arte: ¿son accesibles a los músicos o no todo el mundo participa?

-Es imposible que todos participen, pero yo diría que eso está muy bien. Son espacios bastante abiertos, con programaciones heterogéneas, de calidad, con eso estoy conforme. Mucha gente no se dio cuenta de la cantidad de gente dedicada al tango: músicos, bailarines, poetas, cantores, lugares que se autogestionan, boliches, peñas, milongas, es algo que no se ha visto, al menos desde los ‘50 a esta parte, y es como una fuerza de la naturaleza, imparable. Al mismo tiempo hay un abismo entre lo que se produce y la cantidad de público que hay para consumir eso, por eso es importante crear nuevos públicos, estimularlos, es muy importante que quien lea la nota sepa lo importante que es para el artista que haya un público, con entrada paga o gratis también.

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