De acuerdo a lo expresado por los propios padres de los alumnos, el brote comenzó a manifestars a comienzos de junio, dándose una sucesión de casos de chicos que faltaban al colegio por presentar malestares gastrointestinales. Frente a ello, se convocó a asesores expertos dependientes del Ministerio de Salud de la Ciudad que se ocuparon de llevar adelante una exhasutiva investigación llevando a cabo pruebas instrumentales típicas como por ejemplo, medir la temperatura de los alimentos del comedor, buscando pistas respecto a su posible toxicidad. Se terminaría informando entre otros datos, que la última limpieza del tanque de agua se había realizado unos quince días atrás.
Hasta la fecha sigue desconociendose el factor que pudo haber originado este brote, siendo hasta el momento la explicación más convicente la hipótesis de los doctores del hospital Durand quienes señalan que la infección habría sido producida por un virus. Entre los afectados hay tanto docentes como alumnos, con lo siguientes síntomas: vómitos, diarrea, náuseas y dolor abdominal. El número de afectados en total rondaría las setenta personas. Por el momento no habría ningun paciente de gravedad más allá de lo expresado anteriormente.
No obstante, se trata de una problemática frecuente en numerosas escuelas tanto públicas como privadas, siendo este caso un caso un nuevo llamado de atención para que las autoridades vuelvan a tomar cartas en el asunto con mayor rigurosidad y que para los ciudadanos volvamos a tomar conciencia de los cuidados que deben tomarse a la hora de cocinar y de los procedimientos de higene necesarios que deben llevarse a cabo. Si bien en este caso, pudo tratarse de un virus, resulta frecuente la falta de salubridad de muchos espacios públicos que, sumado a la indiferencia y el descuido de todos, termina siendo desvalorizado, sin que nadie se haga cargo de la situación. En este sentido, resulta un claro llamado de atención para tomar cartas en el asunto en torno al mejoramiento de todos los servicios públicos, garantizando la higiene y la salubridad de sus espacios, particuarlmente en torno a los niños y los ancianos que son los casos más vulnerables.
Claro está que se trata de una situación crítica que excede a la administración de turno (aunque no la exime) y que se remonta a una crisis que lleva décadas, vinculado específicamente a dos cuestiones: por un lado una profunda corruptela e ineficiencia en la administración pública que atraviesa todas las capas del Estado. Por el otro, una concepción ideológica predominante durante las últimas décadas que enaltece los servicios prestados por empresas privadas, en desmedro de lo público. Es decir, en lugar de garantizar una mejoramiento de los servicios públicos de calidad, se habría llevado a cabo un proceso de abandono de lo público que se expresaría en la situación crítica de hospitales, clínicas, escuelas, etc. La combinación de ambos procesos daría lugar a este tipo de situaciones críticas que se manifiestan en el abandono de los edificios públicos, la falta de infraestructura y equipamiento adecuado, la falta de controles pertinentes que garanticen el cumplimiento de las normas correspondientes, etc. Los informes de los especialistas determinarán los motivos del brote en esta Escuela. Pero ello no impide que sirva como un llamado de alerta en defensa de lo público.
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